martes, 6 de septiembre de 2016

Barbatona y su expresión popular

Eulalia Castellote Herrero : Exvotos pictóricos del Santuario de Nuestra Señora de la Salud de Barbatona”. Aache Ediciones. Guadalajara, 2005. Colección “Tierra de Guadalajara” nº 55. ISBN 84-96236-38-2. 144 páginas, a todo color. PVP: 15 €.

Ofrece este libro una recopilación y estudio en detalle de todos los exvotos pictóricos que existieron en el Santuario de la Virgen de la Salud de Barbatona. La mayoría de ellos ya desaparecidos, gracias a la actividad investigadora de la autora se han conseguido rescatar sus imágenes y se hace la descripción y valoración de estas preciosas piezas de la cultura popular.

El libro es la suma de cuanto se sabe sobre Barbatona: de la aparición de la Virgen, de su Cofradía, devotos y exvotos. Sobre todo de estos. La etnóloga, profesora de la Universidad de Alcalá, publica estos días a través de AACHE su obra . A lo largo de 144 páginas, todas ellas impresas a color, ofrece un catálogo completo de los exvotos que entre los siglos XVII a XIX se ofrecieron en prueba de milagros a la Virgen seguntina. Descripción de cada uno, análisis de sus personajes, autor, leyenda, colores y formas. Muchos de esos exvotos han desaparecido ya, de tal modo que menos de la mitad de los casi cincuenta exvotos que estudia existen hoy en el Santuario. Un libro extraordinario, serio y hermoso a un tiempo, que nos recupera una imagen simpática y popular de la Virgen y sus milagros relacionados con la salud de sus fieles.

Para el simple curioso, Barbatona tiene muchos otros valores aparte del eminentemente religioso y cristiano: tiene el valor de la curiosidad etnográfica en sus exvotos. Desde hace siglos, las gentes sencillas (y las adineradas y sabias también, todo el mundo) confiaba a la Virgen de Barbatona sus peticiones de salud y mejoría. Al parecer, durante siglos, fueron numerosos los milagros efectuados por la Virgen, en su entorno de la ermita y a distancia. Comprobados muchos de ellos, dieron lugar a la plasmación en forma de cuadros pintados sobre tablas, en los que se hacía referencia escrita a la persona sujeto del milagro, su oficio, el tipo de enfermedad y la rapidez y totalidad de su curación. Los más pobres, decidían dejar en los muros del templo una nota, o un exvoto en forma de órgano (el afectado, el sanado) de cera, o el elemento que habían llevado anejo a la enfermedad durante años. Así se llenaron los muros de Barbatona de muletas, de pies de cera, de capas y uniformes, de fotografías, de escritos, de velos….. poner un exvoto pintado por un artista, representando a la persona sanada, a su familia, a los eclesiásticos colaboradores y a los médicos asombrados, era caro, y no todo el mundo lo podía hacer. Pero se pusieron muchísimos.

Hace cincuenta años, cuando la coronación canónica de la Virgen, eran miles los exvotos que colgaban de los muros, y cientos los cuadros con escenas milagrosas y milagros cumplidos que los adornaban. En reformas posteriores, se fueron retirando unas y otras piezas, hasta quedar hoy reducidas a mínimas representaciones, y a un abultado conjunto de lápidas que no dejan de ser emotivas, pero bastante más aburridas que los antiguos exvotos.

Fue hace unos 30 años que la profesora de la Universidad de Alcalá doña Eulalia Castellote Herreros, inició el estudio de ese conjunto de exvotos, como manifestación polimorfa de la religiosidad popular, fotografiando todos los cuadros que entonces existían, casi medio centenar. Y con ese estudio y esas fotografías ha concluido un impresionante libro que ahora se nos ofrece cuajado de belleza y sabiduría. Porque constituye un catálogo completo de los milagros pintados, y porque aúna en ellos (la mayoría desaparecidos) el rito del milagro, de la súplica, del agradecimiento.

En el estudio de la profesora Castellote se muestran las imágenes, a todo color, de los exvotos que se conservaban hace cincuenta años, y de cada uno de ellos el estudio iconográfico y estilístico. Se da cuenta de las formas en que la Virgen aparece en ellos, los enfermos/as, de qué padecen, qué piden, cómo lo agradecen, y quienes están junto a ellos: esposos/as, hijos, curas y médicos, estos últimos siempre vestidos de chaqué y chistera. Un mundo vivo y palpitante que se nos viene a los ojos en estas páginas sorprendentes.
La autora identifica a un total de cinco artistas populares, sin nombre propio, pero con estilos muy definidos, que deberían haber pasado (hoy lo hubieran hecho sin duda) a los anales de la historia artística provincial. Solo uno de ellos, un tal “Soriano” que pintó en 1814 el techo del camarín de la Virgen, con la escena de un milagro que esta obró en el asedio de la ciudad de Sigüenza por los franceses, es el que deja su nombre para la posteridad.

Es este tema de los exvotos pictóricos algo que nos llega demasiado tarde en su apreciación y estudio. Hubo muchos otros de estos elementos en santuarios marianos como los de la Virgen de la Hoz en Molina, la de la Granja en Yunquera, o la del Peral de la Dulzura en Budia. Casi nada queda de ellos en los lugares de origen: sí en los comercios de antigüedades y en las casas de los coleccionistas, que se los fueron llevando poco a poco. Pero nunca es tarde si la dicha llega, y ahora nos llega esta memoria de exvotos y colores, este estudio que nos devuelve en gran modo la devoción y la emoción por estas pequeñas cosas de nuestra historia compartida.

AHB


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