lunes, 6 de abril de 2020

Budia, corazón de la Alcarria

Bermejo Millano, J.J. y Herrera Casado, A.: "Budia, corazón de la Alcarria". Editado por AACHE, 2005. ISBN 978-84-96236-39-4. 15 €.

Todos los pueblos deberían tener ya su historia escrita. Los anales más o menos abultados de su devenir secular, puestos en letra de molde, para que las siguientes generaciones los conozcan y defiendan. Y no solo la historia: también el patrimonio, el costumbrismo, las destacadas singladuras de la naturaleza, los personajes que allí nacieron, las coplas y canciones, etc. Budia tiene todo eso en cantidades abundantes.
Algunos datos: de historia, cosas sorprendentes, que los autores de este libro analizan a cuento del Catastro del Marqués de la Ensenada. Nos dicen como en la segunda mitad del siglo XVIII, la industria de los curtidos en Budia era muy fuerte, dando ocupación a cientos, a miles de personas, y vendiendo sus productos en la Corte, donde apreciaban esas pieles tratadas y curtidas en Budia como de altísima calidad para hacer muebles, encuadernar libros, forrar altares y reforzar cualquier elemento sujeto a golpes.
De arte, las dos tallas de madera policromada que aparecen hoy en el presbiterio de la iglesia parroquial, a ambos lados del altar mayor. Son el Ecce Homo y la Dolorosa tallados personalmente por Pedro de Mena, el artista que a mediados del siglo XVII talló estas preciosas y emotivas figuras por encargo del coronel de los reales ejércitos don Ambrosio Sáez Bustamante. 
De arquitectura, el templo de los frailes carmelitas, prodigio de elegancia de formas y volúmenes. 
De costumbres, la Sampedrá olorosa y sonora, la fiesta más “rara” de la provincia en la que participa, según dice la leyenda, el mismísimo diablo, pues Pedro Botero, que es uno de los nombres por el que se le conoce, debió trabajar en las tenerías y talleres de curtición de Budia, y en esa fiesta dedicada a San Pedro que se hace quemando los restos de pieles, los fragmentos de botas rotas, y la mezcla de insufrible olor de lo que sobró a lo largo del año,  entre los enmascarados danzarines, sudorosos y “asfixiaos” de calor y humo, está siempre el diablo. 
Esta obra que lleva por título “Budia, corazón de la Alcarria” y tiene por autores de los textos a Juan José Bermejo Millano y Antonio Herrera Casado, consta de 232 páginas en gran tamaño, y se ilustra de cientos de fotografías, la mayoría en composiciones a todo color.
Ofrece mapas del término, referencias a todos los temas importantes de su historia, arte y costumbrismo, y aún estudia con detenimiento esos mismos elementos de Valdelagua, un antiguo despoblado que, anejo al Ayuntamiento budiero, hoy es lugar revitalizado y en marcha. 
Personajes de tono eclesiástico (Budia fue conocida en tiempos antiguos como “el pueblo de los Obispos”), artístico, literario y teatral, cinematográfico y político, a pesar de su tradicional aislamiento ha sido capaz de generar gentes que han llevado su nombre con honra por todo el mundo. Entre ellos, el Nóbel Camilo José Cela, que aquí escribió algunas de sus mejores páginas; el dramaturgo Manuel Catalina, y el filántropo e historiador Andrés Falcón y Pardo, al que cuando este libro apareció se rindió homenaje, con la inauguración de una calle en la memoria que se le debía.

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