jueves, 24 de enero de 2013

Brihuega, la roca del Tajuña


Siempre tuvo Brihuega entusiastas cantores de su historia, meticulosos estudiosos de su pretérito y analistas versados en su patrimonio. De gozar sus fiestas (especialmente el secular encierro de los toros en agosto) y saborear su gastronomía, son miles los que saben y han disfrutado de todo ello.
Pero no existía, hasta que apareció este libro, una guía completa y sistemática del pueblo: un libro en el que aparecieran, sin prisas pero sin pausas, todos los datos que conforman su historia de siglos, las referencias a sus fiestas y folclore, el análisis detallado y sucinto al tiempo de su patrimonio, y la memoria de sus más célebres personajes. En las 160 páginas de este libro, que es de cómoda lectura por su formato de bolsillo, se encuentran todos los datos para poder decir, tras leerlo, que uno sabe de qué va la historia y los pasados siglos briocenses, y, sobre todo, qué cosas hay que ver y no perderse en un viaje programado a la villa alcarreña. En este sentido, la ya probada capacidad del cronista Herrera Casado para condensar en libros amenos, sabiamente estructurados, y muy agradables de usar y mirar, la historia de los pueblos, en este titulado “Brihuega, la roca del Tajuña”, editado en 1995, consigue superarse y alcanza la perfección.
En la cubierta de este tomo, que hace el nº 14 de la Colección “Tierra de Guadalajara” de la editorial Aache, aparece un dibujo de Pascó, de la portada principal de Santa María de la Peña, pero coloreado y como “puesto al día”. En su interior, tras la cumplida dedicatoria a sus amigos de caminatas, surge el índice y una introducción que nos pone a las puertas del análisis de la historia de Brihuega: repasa sus características geográficas (altitud, latitud, temperaturas, tipologías paisajísticas, etc.) y empieza a rememorar los tiempos primitivos, de los que se han hallado asentamientos ibéricos. Pasa luego al Medievo, en el que la villa se hace crecida y se amuralla, siendo tras su reconquista en el siglo XI señorío de los arzobispos toledanos, que aquí, en su fortaleza, celebraron sínodos y la utilizaron de lugar de asueto.
En la historia de Brihuega aparecen muchas otras cosas señaladas, que el autor nos cuenta de forma coloquial y cierta: la fábrica barroca de paños, la batalla en la Guerra de Sucesión que supuso el fin de esa guerra y el advenimiento al trono de España de la dinastía borbónica, más los datos recientes y un análisis y glosa del escudo heráldico briocense, tan antiguo y curioso.
En el capítulo del patrimonio, el cronista Herrera se extiende y nos va dando las pistas para admirar con conocimiento de causa todos los monumentos que aún quedan en pie, que son muchos: desde el castillo episcopal, enorme, con su capilla gótica en la que aún se rastrean pinturas mudéjares, a las iglesias románicas, espléndidas en su dimensión, volumen y detalles, de Santa María de la Peña, de San Miguel y de San Felipe. Planos, fotos antiguas, dibujos, fotos en color… sirven para darnos la presencia certera de esos viejos edificios, pasando luego con lupa por las murallas, los arcos y puertas, los palacios y sus escudos, las fuentes, la Fábrica de Paños y sus diversos edificios… en definitiva, un libro que marca un antes y un después en la bibliografía de Brihuega, y que no solo todo brihuego debería poseer y haber leído, sino todos cuantos pasean y viajan por sus calles cuestudas, sus plazas silenciosas… el rico acerva histórico y monumental de Brihuega está plasmado fielmente en esta obra. 

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