Antonio Herrera Casado: Castillos y fortalezas de Castilla-La Mancha. Aache Ediciones, Guadalajara, 2007. 272 páginas. Ilustraciones, planos, mapas, croquis. ISBN 978-84-96236-88-2.
Este libro, “Castillos y Fortalezas de Castilla-La Mancha”,
no es solamente un grueso volumen cargado de información, datos e imágenes,
sino que tiene en sus entresijos una historia propia, una vida que late y
emociona: porque nació de casualidad, como en la pobreza, y fue creciendo,
curtiéndose, allegando lectores, aplausos y finalmente se ha convertido en uno
de los best-sellers de la región castellano-manchega, probablemente uno de los
títulos que tratan de ella y que mayor tirada y más abultado número de lectores
ha conseguido.
El libro consta de una estructura sencilla, con unas
palabras previas del autor, y una visión general y clasificatoria de los tipos
de castillos pasando luego al análisis de la distribución geográfica de los
mismos, que hace en función de las cuencas de los ríos, pues siempre se
evidencia que los castillos estaban hechos para vigilar pasos de tropas y de
gentes, sobre puentes y vados, en alturas y lugares estratégicos.
Entre las apreciaciones distributivas, Herrera aporta una
visión muy particular del estado del infante don Juan Manuel, que constituyó un
gran señorío “itinerante”, esto es, no uniforme cobre el territorio, sino a
base de fortalezas en trayectos que abarcan Castilla entera, de Alicante a
Valladolid, y siempre a una distancia unas de otras que podían abarcarse en una
buena cabalgada.
El libro va ofreciendo luego las grandes fortalezas,
provincia por provincia, en orden alfabético, comenzando por Albacete y
acabando por Toledo. De cada provincia Herrera nos da la historia detallada, la
descripción minuciosa y unas pistas para la visita de cinco grandes castillos,
los más representativos de cada una de ellas, poniendo al final de cada
capítulo una reseña amplia de todas las demás, incluso de pequeños torreones o
mínimas ruinas. Como es lógico, un extraordinario índice ayuda al lector a
encontrar lo que busca.
La ilustración del libro, con cientos de fotos, muchos
planos y croquis, dibujos incluso de detalles, le hacen atractivo además de
útil. Una obra, en fin, que deberían tener o leer todos los
castellano-manchegos, porque en sus páginas y en sus explicaciones está
resumida la historia entera de su tierra, tan rica de memorias.
De esa historia propia e íntima que hablábamos al principio,
cabe decir que el libro lo escribió Herrera Casado, en su juventud, como fruto
de muchas andanzas por todos los caminos de la región, fotografiando y tomando
apuntes directos de los castillos más solemnes o más recónditos. Se presentó
con su texto, y sus dibujos, al Premio “Quijote” que se estableció a comienzos
de la andadura autonómica para trabajos sobre la Región, y no lo ganó. Pero en
la Junta vieron que era un texto y tenía información tan útil que merecía
sacarlo adelante, editarlo. Y así fue cómo la Consejería de Cultura abrió con
él una colección de libros, todavía viva, la que abarca ya decenas de títulos
bajo el epígrafe de “Patrimonio Histórico de Castilla-La Mancha” y en 1989 vió
su primera edición, encuadernado en tela con muchas fotos a color, pocos
planos, y un prólogo de José Bono, llegado por entonces a la presidencia de la
región. Los 10.000 primeros ejemplares se agotaron pronto, y la Junta hizo en
esa colección otra tirada de 5.000 ejemplares, que también se acabaron.
Fue después, ya en 2002, y con un tamaño más pequeño pero
añadiendo más planos y dibujos, que la editorial AACHE se hizo carga de seguir
poniendo en ruta estas páginas, y así ha mantenido otras dos ediciones, la
primera de 3.000 ejemplares y la segunda de solamente 1.000. En total, casi
20.000 ejemplares de una obra que marca, por ese lado, un récord difícil de
superar. Y por otro, el favor de los lectores, y el uso de los viajeros, que
siguen viendo en este libro el catón de sus viajes y sus andanzas y búsquedas
castilleras.
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