Martínez Gómez-Gordo, J.A.; Martínez Taboada, S.: “La Cocina de Guadalajara”. Aache Ediciones. Guadalajara, 1995. Colección “Tierra de Guadalajara” nº 13. 284 páginas.
Con largos años de andadura, este gran recetario se ha
consolidado como el abece de la gastronomía alcarreña. Las más de 400 recetas
que se ofrecen en sus páginas, no dan un descanso al paladar ni a la
imaginación. El trabajo del doctor (puericultor, pediatra, endocrinólogo y
dietista a un tiempo) Martínez Gómez-Gordo, con un sentido humanista y
científico, se ha plasmado en este libro, que de los por él escrito es sin duda
el más concienzudo, el más original y apreciado.
Un prólogo alegre y erudito, optimista y sabio, del doctor
Martínez Fornés, abre la ronda de escritos en torno a la mesa. El preámbulo es
una invitación a comer, y las características de la Cocina de Guadalajara son
unas cuantas páginas donde parece fundirse la esencia del buen yantar de esta
tierra.
Después de ello, los autores comienzan a presentar su
recetario, que va organizado por temas, en esta guisa: los entremeses primero,
luego las sopas, después las hortalizas y las legumbres, terminando con los
huevos. Hablando ya de segundos platos,
de elementos más consistentes y con mayor enjundia en la preparación, los
autores pasan a dictarnos sus recetas de pescados y crustáceos, siguiendo con las aves y luego las carnes.
Pero hasta llega más o menos la mitad del libro, porque la otra mitad que queda
se la dedican a la preparación de los postres, de los dulces, de la bollería y
pastelería, que en Guadalajara y por aquello de ser esta tierra rica en miel,
es muy abundante, muy variada, siempre sorprendente.
Las personas que saben de cocina y han leído y han usado
este libro dicen que es de los buenos: las cosas van claras, y las recetas son
factibles. Nada de inventos raros, ni de “nouvelles cuisines”: aquí las sopas,
el cordero y las magdalenas son de pueblo, y van hechas como las hacían
nuestras bisabuelas en épocas de frío. En definitiva, que el libro es de cocina
y es de verdad. No es para leer y entretenerse. Es un libro herramienta, útil
para usarlo en la cocina y ajustarse a sus recomendaciones para saborear cosas
auténticas.
Quizás el mayor mérito de sus páginas sea ese:
recupera una tradición autóctona, real, cierta. Nos dice cómo comían nuestros
mayores, y cómo hay que hacer para seguir disfrutando de aquellos modos
originales, tan ciertos. Se acaba el volumen con unas “Rutas gastronómicas” que
acentuarán el interés de los lectores viajeros por encontrarse, después de ver
un monumento o disfrutar una fiesta, con otro elemento patrimonial de verdad:
la comida. Esas Rutas son: las de las carnes serranas, los asados de
Guadalajara, las mesas episcopales, la campiña del río Henares, los dulces y
las delicias de la Alcarria, y finalmente la suculenta gastronomía del Señorío
de Molina. Un amplio glosario concluye este sabroso e imprescindible libro.
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