jueves, 7 de febrero de 2013

Leyendas de ayer y de siempre


Olivier y López-Merlo, Felipe Mª: “Historias y leyendas de Guadalajara. Aache Ediciones. Guadalajara, 2001. Colección “Tierra de Guadalajara” nº 37. 96 páginas. Ilustraciones.

Sencillo y apasionante a la vez, este breve volumen escrito por Olivier nos ofrece una serie de leyendas de la ciudad de Guadalajara, y algunas más de la provincia, que no tienen desperdicio, y que nos entretienen y enseñan sobre los tiempos viejos, al mismo tiempo que nos abren puertas para tratar de saber más sobre los aspectos legendarios de nuestra tierra.
Con alegría y optimismo (como él era) está escrito este librito, en el que aparecen cinco leyendas sobre Guadalajara ciudad y tres sobre la provincia. Las primeras se refieren al Torreón del Alamín, a la Carrera, al palacio de la Cotilla y el callejón de Abrazamozas, al término de los Mandambriles, y a la Fuente de la Niña. En la provincia, el autor nos lleva hasta la sierra de Robledo de Corpes con su leyenda  de “La fuente y los prados de la Lanzada”, hasta Atanzón, donde nos deleita con el relato de Mari García, la moza con dos cabezas, y finalmente se desplaza a Miedes para relatarnos un elocuente y curiosísimo memorial, el más largo de todo el libro, titulado “El Teberón” y que viene a tener, entre otras connotaciones, las italianas propias del recuerdo del río Tíber.
En todos sus escritos, Olivier derrocha imaginación, conocimiento detallado de personajes y situaciones, y muy buena narrativa, de tal modo que va haciéndonos seguir el hilo de sus relatos tan de cerca, que apena dejarlos, de que se terminen. En la mayoría de los de este libro, que tratan de la ciudad de Guadalajara, nos pone personajes que cabalgan entre la realidad y el mito, pero los lugares en los que los sitúa sí que son ciertos: monumentos, calles, callejones y campos de la ciudad o su entorno. La leyenda de la Fuente de la Niña, por ejemplo, bastante conocida por los que somos de aquí, sorprenderá y emocionará a quien lo lea por primera vez.
Sin que pueda decirse del libro que sea una pieza literaria de primer orden, cumple sin embargo su objetivo informativo, ilustrador (algunos dibujos son también del propio autor)  y creativo de un bagaje de conocimiento del medio, como se dice ahora, que nos hará sentirnos más alcarreños, más arriacenses, más humanos en definitiva. Muy recomendable.

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