Gonzalo Hernando, Eusebio: “Historia de Luzaga. Fiestas,tradiciones, leyendas y canciones”. Aache Ediciones. Guadalajara, 1999.
Colección “Tierra de Guadalajara” nº 26. 120 páginas.
Un libro que presenta de forma sencilla, pero completa, la
historia de un pueblo de la sierra del Ducado, en las alturas pinariegas de la
provincia de Guadalajara. Un libro breve en el que se suman algunos aspectos
muy destacados de ámbitos generales. Por ejemplo, la arqueología, la visión de
la prehistoria en esta tierras de la más pura Celtiberia. Y por otro lado, un
cúmulo de festividades y tradiciones, dentro de un costumbrismo castellano de
honda raíz, sumado con relatos legendarios y muchas canciones.
El primero de esos aspectos, la referencia arqueológica, es
de gran importancia en esta obra, hasta el punto de darle sentido al libro. A
lo largo de 30 de sus páginas, esta obra ofrece una serie de subcapítulos con
los siguientes epígrafes: Luzaga en la prehistoria, la ciudad ibérica, la
necrópolis ibérica, Sobre el nombre de la ciudad y El Bronce ibérico de Luzaga,
que añade datos hasta ahora inéditos o muy poco conocidos sobre el destino y la
posible ubicación de esta joya que inicia el conocimiento de la escritura
ibérica, añadiendo un último epígrafe sobre Luzaga durante la época romana, con
descripción del puente y la calzada romana. Todo ello ilustrado con planos,
fotografías de elementos desconocidos, y sobre todo referencias personales del
autor, que durante una larga vida se ha dedicado a patearse a conciencia el
término, encontrando cosas que se les hubiera escapado al más avisado.
El otro gran aspecto del libro es el dedicado al
costumbrismo. Con detalle explica las fiestas del pueblo (la Quinta Angustia,
San Zenón, la Asunción y San Roque, los Mayos, la Candelaria y San Blas, más la
tradición del ramo, la luminaria de Nochebuena y la Semana Santa. Largos
párrafos dedica también a las leyendas basadas en accidentes topográficos, en
memorias heredadas, como la de la Gruta del Moro, el Pico del Buitre y la Nava
de las Herraduras, con signos marcados en las rocas que pueden ser desde
petroglifos de la Edad del Bronce a las huellas del caballo del Cid…. ¡eso
dicen! Con todo ese bagaje, al que se añaden memorias sobre los edificios
públicos (puentes, el lavadero, las fuentes, el horno público y las matanzas,
la fábrica de harinas… ) el autor construye un entrañable libro que aunque va
referido a un solo pueblo, en él se contiene la vida de otros muchos, de muchas
gentes, de largos y viejos tiempos idos.
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