Martínez
Anguita, Jesús: Turmiel, la historia oculta. Aache
Ediciones, Colección “Letras Mayúsculas” nº 13. Guadalajara, 2004. 320 páginas,
con muchas fotografías. ISBN 84-96236-28-5. PVP 15 Euros.
Un molinés emigrante.
Eso supone hoy en día todo un título, toda una forma de ser y de pensar. Porque
en la diáspora de los años sesenta, cuando el Señorío de Molina se vio
bruscamente sometido a una masiva emigración de sus gentes (hubo pueblos
enteros, como Alustante, que se fueron para Valencia, y otros muchos a
Barcelona, a Madrid y al País Vasco) no solo se fueron sus corazones y sus
añoranzas, sino toda una larga y ancestral conciencia con ellos.
Era de esperar que no
muriera ese sentimiento. Y no ha muerto. De vez en cuando, afloran los buenos
escritores que salieron de Molina y ahora ponen ese mundo en los libros, en las
charlas, en las memorias de quienes quieren saber de una época y de unos modos
de vida que emocionan.
Páginas con vida
Con emoción está
escrito el libro que nos entrega Jesús Martínez Anguita. Un libro que titula “Turmiel, la historia oculta”, y que a la largo de 320 páginas y en 14 capítulos nos describe con
fidelidad y ternura la vida de un pueblo molinés en los mediados años del
pasado siglo. Con emoción y datos, porque no falta un solo personaje, una sola
descripción de los aperos usados, de las faenas agrícolas, de las fiestas
patronales, de las alegrías y sinsabores, de las nevadas y los calores, de los
animales y plantas… un verdadero tratado de sabores de pueblo, una enciclopedia
de emociones auténticas.
Es este un libro tierno y certero que nos descubre, amplia y mínimamente,
la forma de vivir en un pueblo castellano durante la segunda mitad del siglo
XX. No es una novela, sino un documento realista, vivido, de una forma de
existencia, en el mundo rural, que ha desaparecido para siempre.
El maestro está en sus páginas, como está el cura, están los segadores, las
fiestas y la pareja de la guardia civil…. desde una perspectiva de documento
cierto, desarrollado con un lenguaje sencillo y directo, encontramos la
secuencia completa de la vida de una villa del Señorío de Molina que nos
despierta evocaciones y nos asombra con su naturaleza y fuerza.
Poca cosa es lo que ha pasado en los últimos diez siglos en Turmiel. Sin
embargo, y ahí está el mérito del libro de Martínez Anguita, la vida individual
y colectiva de las gentes de este pueblo han supuesto una riada de anécdotas, y
de aconteceres, que al autor le ha supuesto un ejercicio personal de
introspección y memoria, del que ha resultado que todos nos enteremos de cual
era esa vida latiente entre las cuatro paredes de Turmiel.
El palomar del pueblo es quien todo lo vigila. El palomar, y la tía
Juliana…. ellos se saben todas las historias, y ellos son los que nos las van
contando: la fiesta de San Pascual Bailón, los amoríos que surgen cuando los
mayos, la final ofrenda de todo el pueblo a los que se casan. Las aventuras en
la cosecha, en los negocios, los distintos oficios que se practican en esta
sociedad basada en el autoabastecimiento, las sabidurías de los sastres, de los
buenos cuberos, de los fabricantes de fideos, las diabluras de los niños, las
amenazas de los quincalleros, y esa permanente presencia del poder político (el
franquismo, lejano y luminoso, como una leyenda antigua) y del poder religioso
(don Fausto, con su amplia sotana negra, tan cercano a todos) en la vida del
pueblo, que va pasando los años y las décadas en paz y mimetizado con el
terreno, sin querer recordar lo ocurrido en una guerra civil cercana y sin
retorno.
Martínez Anguita hace, en el recuerdo de su propia vida, un repaso
concienzudo a la forma de ser de una sociedad ya extinguida. Un sociedad sin
televisión, ni radio, ni periódicos. Unida al resto del mundo por unas
furgonetas propiedad del tendero y de un agricultor, que traen los zapatos de
Molina, el vino de Cariñena y los dulces de Calatayud. Una sociedad que vive
unida a sus animales, de los que surge el calor, la carne, el trabajo y las
pieles.
A mí me ha impresionado, especialmente, un aspecto de esta historia de
Turmiel, historia humana y de conductas: la solidaridad auténtica entre todos
los miembros de la comunidad del pueblo. Todo lo demás es lejano, pero ellos
conviven en el día a día, y todos se llevan bien, se saben hermanos, miembros
de un barco que camina o navega o está ahí quieto, en medio del sabinar, desde
hace siglos, y lo que para unos es bueno, lo es para los demás , y viceversa.
La alegría es común en las bodas, en los bautizos, en las fiestas. Y la pena es
de todos en las muertes, en las granizadas… leyendo este libro sobre Turmiel se
comprende que en la distancia y en el paso del tiempo (en el nuevo siglo, si se
quiere) se sigan sintiendo hermanos quienes poblaron ese micromundo al mismo
tiempo. Estén donde estén (y en el prólogo, que es certero aviso de futuras
cosas, se puede comprobar mediante los e-mails que se mandan el autor y sus
amigos) se siguen considerando hermanos, miembros de una familia única.
Hay que sacar lecciones de todo, aprender de cualquier cosa que se vea. Y
yo he sacado de esta memoria de Turmiel que ha escrito y nos ofrece Jesús
Martínez Anguita, la idea clara de que aquella sociedad rural, más pobre e
ignorante que la de hoy, tenía un sentido de la unidad, de la hermandad, de la
solidaridad y el amor mutuo mucho más acendrada de lo que hoy se usa. En
definitiva, la pérdida de ese mundo rural, ha sido una pérdida de dimensiones
humanas y universales….. menos mal que este autor molinés, emigrado a
Barcelona, ha dispuesto su tiempo para dárnoslo bien medido, bien escrito,
generosamente confesado.
Ofrece este libro la estampa de una forma de vivir que es extensible a
todos los pueblos pequeños de nuestra provincia, con unas costumbres y modos de
enfrentarse a la naturaleza, a los ritos y a los ciclos anuales, que está
desapareciendo con las nuevas tecnologías, el pensamiento único y la
globalización… Un libro, en definitiva, que conviene leer y saborear, porque
más que información y datos, tiene sabores, aromas, nostalgias sin límite.
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