Nos llega en estos días una publicación que se adentra,
de forma expresiva y literaria, -tal como solo se puede hacer a través de la
poesía- por el íntimo discurrir de la historia, de la figura y la esencia de
Guadalajara. De la ciudad, de la provincia, de sus paisajes, de sus personajes…
un canto hondo y cuidado a las cosas que
nos rodean.
Desde Guadalajara, desde este barandal de los libros
alcarreñistas, damos la bienvenida a esta expresión poética de Juan Pablo
Mañueco, quien ya desde hace tiempo nos viene presentando, sueltos y en las
sutiles sábanas de las redes sociales, sus composiciones maduras, medidas y
emocionantes.
Juan Pablo Mañueco (Madrid,
1954), es licenciado en Filosofía y Letras (sección de Literatura Hispánica)
por la Universidad Complutense de Madrid, y ha ejercido la
docencia de Lengua y Literatura Españolas, en diversos centros de Enseñanza
Media de Guadalajara y de Madrid. Además de profesor, ha actuado como
periodista, escribiendo en diversas publicaciones periódicas y fundando y
dirigiendo otras, como “La Crónica del Henares”, habiendo mantenido
durante los años 2003 al 2008 una columna semanal de opinión en las cabeceras
alcarreñas "Guadalajara 2000" y "Nueva Alcarria". También
colaboró en “Guadalajara. Diario de la Mañana” durante los años 1979 y 1980. y por su reportaje
"Castilla y León: 750 años de unidad", obtuvo la Mención de Honor en
el Premio "Provincia de Guadalajara" de Periodismo, 1981, otorgado
por la Diputación Provincial de Guadalajara.
Como poeta, ha publicado dos libros: “Claridad que surge del agua” y “Cancionero y Romancero de la Alcarria”, que obtuvieron el Premio “Provincia de Guadalajara” de Poesía de 1977 y 1981, respectivamente. Siendo este que ahora nos llega, “Guadalajara, te doy mi palabra” el tercero que surge de su pluma.
En este su tercer poemario, aborda temas de historia, naturaleza y querencias de Guadalajara, desde una perspectiva poética y rimada. “¡Para mi sed de amarte bastan tus aguas, que alzo por tu estandarte, Guadalajara!”… con tales palabras comienza este recorrido poético por ríos, valles y sierras de Guadalajara y sus comarcas.
Abren el libro unas “Seguidillas de Guadalajara” que nos remiten a cada uno de los puntos geográficos de la provincia y también a otras épocas, por las que desfilan el arcipreste de Hita, el marqués de Santillana, Rodrigo Díaz de Vivar, el Doncel de Sigüenza, León Felipe, Camilo José Cela, José Luis Sampedro… hasta componer un muy completo retablo alcarreño de épocas, paisajes y personajes.
“Espada de amor”, es un largo poema en redondillas, que describe la reconquista de la ciudad por Álvar Fáñez de Minaya en 1085, en tiempos de Alfonso VI de Castilla.
“Mambrú se fue a la guerra” es una versión alcarreña de la canción infantil, escrita en otro largo poema en romance, que narra los amores legendarios entre el “Mambrú”, o veleta de Arbeteta, y la Giralda, o veleta de Escamilla.
De todas estas aportaciones
al caudal poético de Guadalajara, con multitud de guiños a los autores
clásicos, a personajes y aconteceres, destacaríamos sin duda la gran
composición que da inicio y consistencia al libro, las “Seguidillas de los ríos
y sierras de Guadalajara”, en los que el autor canta a laos grandes caudales
(el Tajo, el Tajuña, el Henares, el Jarama…) pero sin olvidar a esos mínimos regatos
que dan vida a esta geografía espléndida y variadas: el Ablanquejo, el Ungría,
el Badiel y el Lillas…
Es grande el repertorio, Mañueco puede con todo, y se dedica a rememorar personajes (doña María Diega Desmaissières, los danzantes de la Huerce, Alvar Fáñez de Minaya…) cosas como ese pino retorcido tras la Concordia, o el templo de San Francisco: en todas las composiciones de este libro (y ojalá podamos leer muchas más, durante mucho más tiempo, porque el caudal de este autor es inagotable) se nos entrega el amor a una tierra, la admiración de alguien que se siente pequeño, pero sabio, ante la grandeza de un entorno. Por si algunos todavía no se habían enterado, Guadalajara adquiere aquí una dimensión nueva, poderosa, brillante y acelerada.
Dejo aquí caer las palabras
que en la contraportada, y a petición del autor, he colgado como acicate a
leerle (y en agradecimiento –todo hay que decirlo- a ese soneto de impacto que
me dedica en la página 72): “En el
aluvión de arroyos que desde los montes bajan hacia los hondos cauces, nacen
las palabras de Mañueco para dar vida nueva, nuevo camino, y justificada
pirueta a los ríos de Guadalajara. Tierra que da luz al agua, y verso que la
mantiene fresca, segura en su camino”.
Un libro, sin duda, que va a
gustar mucho, porque nos trae, de nuevo, algo que parecía estar olvidándose: la
poesía bien construida y con apoyos en lo local, en lo sustancialmente
alcarreño.
A. Herrera Casado
A. Herrera Casado
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