sábado, 7 de junio de 2014

Guadalajara con voz propia


Nos llega en estos días una publicación que se adentra, de forma expresiva y literaria, -tal como solo se puede hacer a través de la poesía- por el íntimo discurrir de la historia, de la figura y la esencia de Guadalajara. De la ciudad, de la provincia, de sus paisajes, de sus personajes… un canto hondo y cuidado  a las cosas que nos rodean.
Desde Guadalajara, desde este barandal de los libros alcarreñistas, damos la bienvenida a esta expresión poética de Juan Pablo Mañueco, quien ya desde hace tiempo nos viene presentando, sueltos y en las sutiles sábanas de las redes sociales, sus composiciones maduras, medidas y emocionantes.

Juan Pablo Mañueco (Madrid, 1954), es licenciado en Filosofía y Letras (sección de Literatura Hispánica) por la Universidad Complutense de Madrid, y ha ejercido la docencia de Lengua y Literatura Españolas, en diversos centros de Enseñanza Media de Guadalajara y de Madrid. Además de profesor, ha actuado como periodista, escribiendo en diversas publicaciones periódicas y fundando y dirigiendo otras, como “La Crónica del Henares”,  habiendo mantenido durante los años 2003 al 2008 una columna semanal de opinión en las cabeceras alcarreñas "Guadalajara 2000" y "Nueva Alcarria". También colaboró en “Guadalajara. Diario de la Mañana” durante los años 1979 y 1980. y por su reportaje "Castilla y León: 750 años de unidad", obtuvo la Mención de Honor en el Premio "Provincia de Guadalajara" de Periodismo, 1981, otorgado por la Diputación Provincial de Guadalajara.

Como poeta, ha publicado dos libros: “Claridad que surge del agua” y “Cancionero y Romancero de la Alcarria”, que obtuvieron el Premio “Provincia de Guadalajara”  de Poesía de 1977 y 1981, respectivamente. Siendo este que ahora nos llega, “Guadalajara, te doy mi palabra” el tercero que surge de su pluma.

En este su tercer poemario, aborda temas de historia, naturaleza y querencias de Guadalajara, desde una perspectiva poética y rimada. “¡Para mi sed de amarte bastan tus aguas, que alzo por tu estandarte, Guadalajara!”… con tales palabras comienza este recorrido poético por ríos, valles y sierras de Guadalajara y sus comarcas.

Abren el libro unas “Seguidillas de Guadalajara” que nos remiten a cada uno de los puntos geográficos de la provincia y también a otras épocas, por las que desfilan el arcipreste de Hita, el marqués de Santillana, Rodrigo Díaz de Vivar, el Doncel de Sigüenza, León Felipe, Camilo José Cela, José Luis Sampedro… hasta componer un muy completo retablo alcarreño de épocas, paisajes y personajes.

“Espada de amor”, es un largo poema en redondillas, que describe la reconquista de la ciudad por Álvar Fáñez de Minaya en 1085, en tiempos de Alfonso VI de Castilla.

“Mambrú se fue a la guerra” es una versión alcarreña de la canción infantil, escrita en otro largo poema en romance, que narra los amores legendarios entre el “Mambrú”, o veleta de Arbeteta, y la Giralda, o veleta de Escamilla.

De todas estas aportaciones al caudal poético de Guadalajara, con multitud de guiños a los autores clásicos, a personajes y aconteceres, destacaríamos sin duda la gran composición que da inicio y consistencia al libro, las “Seguidillas de los ríos y sierras de Guadalajara”, en los que el autor canta a laos grandes caudales (el Tajo, el Tajuña, el Henares, el Jarama…) pero sin olvidar a esos mínimos regatos que dan vida a esta geografía espléndida y variadas: el Ablanquejo, el Ungría, el Badiel y el Lillas…

Es grande el repertorio, Mañueco puede con todo, y se dedica a rememorar personajes (doña María Diega Desmaissières, los danzantes de la Huerce, Alvar Fáñez de Minaya…) cosas como ese pino retorcido tras la Concordia, o el templo de San Francisco: en todas las composiciones de este libro (y ojalá podamos leer muchas más, durante mucho más tiempo, porque el caudal de este autor es inagotable) se nos entrega el amor a una tierra, la admiración de alguien que se siente pequeño, pero sabio, ante la grandeza de un entorno. Por si algunos todavía no se habían  enterado, Guadalajara adquiere aquí una dimensión nueva, poderosa, brillante y acelerada.

Dejo aquí caer las palabras que en la contraportada, y a petición del autor, he colgado como acicate a leerle (y en agradecimiento –todo hay que decirlo- a ese soneto de impacto que me dedica en la página 72): “En el aluvión de arroyos que desde los montes bajan hacia los hondos cauces, nacen las palabras de Mañueco para dar vida nueva, nuevo camino, y justificada pirueta a los ríos de Guadalajara. Tierra que da luz al agua, y verso que la mantiene fresca, segura en su camino”.


Un libro, sin duda, que va a gustar mucho, porque nos trae, de nuevo, algo que parecía estar olvidándose: la poesía bien construida y con apoyos en lo local, en lo sustancialmente alcarreño.

A. Herrera Casado

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