Sánchez Duque, Isabel; Escudero Buendía, Francisco Javier:
“Manjavacas, la Venta del Caballero”, Colección “Tierra del Quijote” nº 3.
Aache Ediciones. Guadalajara, 2014. 192 páginas, numerosas ilustraciones y
mapas. ISBN 978-84-15537-59-5. PVP, 15 €
Nace este libro, en su forma impresa, tras la enorme
repercusión mediática de la que ha sido propuesta de sus autores, acerca de la
posibilidad (seguridad, según ellos) de que la Venta donde Cervantes imaginó
que se hizo caballero a Don Quijote, fuera una Venta real, conocida por el
escritor castellano, y localizada en el Camino de Toledo a Murcia, exactamente
en el lugar de Manjavacas, término de Mota del Cuervo.
Un estudio inicial, breve pero muy válido, entretenido pero
riguroso, acerca de “la realidad geográfica del Quijote” señalando lugares
seguros, apuntando otros, en tres niveles de certeza, es lo que Escudero
utiliza para abrir esta obra que sin duda inicia un camino largo y espléndido,
el del reconocimiento de La Mancha como lugar cierto de la aventura quijotesca,
con nuevas propuestas y soluciones.
Proponen los autores el Camino de Toledo a Murcia como un
clarísimo hilo conductor, además de los pueblos del Común de la Mancha frente
al Campo de Montiel, y apuntan un buen núcleo de propuestas que van a
desarrollar en futuros libros, aunque en este ya quedan claramente definidas
sus ideas.
El segundo capítulo de esta obra trata de la arqueología de Manjavacas y Mota del Cuervo. Lo primero que nos da Isabel Sánchez Duque, en su
perfecto trabajo, es la seguridad de que Manjavacas es un despoblado, y allí
hubo un núcleo de población al menos en 1243, y perteneciente a la Orden de
Santiago. Estudia el gran “Camino” que es antiguo y utilizado desde hace muchos
siglos, y en él los puntos arqueológicos reseñables, ofreciendo una nueva
visión de la arqueología manchega. Aparecen “cerros de las nieves” y “motillas”
por varios puntos, todas ellas lugares de asentamiento primitivo. Dedica
espacios amplios a describir y analizar los hallazgos de lugares como el “Cerro
de las Nieves” de Pedro Muñoz, que ella conoce a la perfección, el Cerro de la
Virgen de Criptana, el Montón de Trigo, la Motilla de Pozo Nieve, en Mota, el
Montón del Toboso y Manjavacas. Pero añade datos del Albardinal, del Pradejón,
del Cerrero o del Pozo Villarejo. El estudio de la arqueología manchega, que ya
adelantó en su libro sobre los “fundadores y pobladores” de Tomelloso, es
realmente espectacular.
Sigue Escudero analizando los elementos cervantinos
delpaisaje, y nos habla de los bosques y las dehesas. El Bosque de Haldudo es
uno y la Dehesa de la Orden otra. Pero entra a investigar sobre las
posibilidades ganaderas de la zona como espacio quijotesco, y concluye que el
hidalgo protagonista era sin duda de una villa santiaguista. Todo a través de
esas frases como en clave que Cervantes deja caer en su texto, y que muchos han
analizado antes: “En cuatro se dividía…” el camino. No lejos de Manjavacas.
Analizan los autores el significado y valor de los portazgos
para mejor comprender el Quijote. Y estudia con un detenimiento hasta ahora no
usado las ventas, sus localizaciones, donde estaban como funcionaban, sus
estructuras, etc. También hace eso con los mesones de los caminos, los de El
Toboso, la Venta de Anton Sánchez en Pedro Muñoz, etc.
El libro acaba con dos capítulos que gustarán especialmente
en Mota del Cuervo: la devoción a la Virgen de la Antigua en Manjavacas, su
fiesta veraniega, la ermita, etc. Es, en definitiva, un libro valioso,
documentado, muy bien escrito, apasionante en suma. Que abre un camino para
saber más de Cervantes, de su personaje de ficción, de los lugares por donde
(siempre en la imaginación fértil del complutense) anduvo arreglando el mundo…
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