miércoles, 24 de agosto de 2016

Peñalver y su historia


José Luis García de Paz, Antonio Herrera Casado, José Ramón López de los Mozos. Ilustración de Sandra Gobet: “Peñalver, memoria y saber”. Aache Ediciones. Colección Tierra de Guadalajara, nº 58. Guadalajara, 2005. 264 páginas, con numerosas ilustraciones. ISBN 84-96236-60-9. PVP: 20 €.

Un libro que ofrece todo cuanto puede saberse acerca de la villa alcarreña de Peñalver.
En sus orígenes perteneciente a la Orden de San Juan, pasó luego se señoríos particulares. Sus habitantes son conocidos en todo el mundo
como los vendedores ambulantes de la miel de la Alcarria: son los meleros o mieleros alcarreños.
En este libro se ofrece la historia completa, la descripción de sus interesantes monumentos, entre los que destaca la iglesia renacentista de estilo
covarrubiesco, su gran retablo de pinturas, la pila, y diversos restos románicos, el castillo, la picota, y las ermitas de los contornos.
Además se ofrece detalle de sus naturales famosos, el costumbrismo ancestral, apéndices documentales, y se da por primera vez noticia completa de los dos Fueros medievales con que contó esta villa, entregados a sus habitantes por la Orden de San Juan.
Los apartados principales del libro son los dedicados a

1. Geografía y Toponimia.
2. Historia.
3. Patrimonio
4. Personajes
5. Costumbrismo
6. Apéndices documentales
7. Bibliografía.


Tiene este libro la virtud de no dejar indiferente a quien lo coge y lo ojea. Si la Alcarria está llena de lugares interesantes, pueblos con antiquísima historia, edificios nobles y artísticos, costumbres curiosas y diferentes, sin duda Peñalver es uno de los más destacados en estos aspectos, porque cuaja en su solo nombre, y en las callejas silenciosas y umbrías en que se reparte el caserío, todo el interés de esos aspectos antiguos.

Historia de Peñalver

Tuvo su origen, remoto y medieval, en la repoblación tras la Reconquista. Mínima aldea del común de Guadalajara, enseguida fue donada a la Orden militar de San Juan, que la poseyó durante largas centurias, hasta que en el siglo XVI fue vendida, por su gran maestre y monarca absoluto de España, Carlos I, a unos particulares que la adquirieron por una buena suma de dinero. Los Suarez de Carvajal se hicieron con el señorío de Peñalver, que durante mucho tiempo antes había sido uno de los lugares más emblemáticos, en toda  Castilla, de la poderosa Orden de los caballeros hospitalarios de San Juan.
En este libro se aporta, por primera vez y con la conciencia de ser un dato de gran relieve y hasta ahora inédito, la existencia de dos fueros que la Orden concedió a los habitantes del lugar, que de ese modo se estableció con la categoría de villa. El más antiguo de esos fueros es del siglo XII, otorgado por la Orden hacia 1150. Y el segundo, del que ya se sabía su existencia, pero cuyo texto se daba por perdido, es de 1272.
Estos fueros, de los que se conservan copias del siglo XV en el contexto del gran “Libro Becerro de la Orden de San Juan en España”, están actualmente custodiados en el “Museum and Library of the Order of Saint John” de Londres, y fueron publicados en 1995 en un estudio sobre el Libro de Privilegios de la Orden que dirigió el profesor Carlos Ayala Martínez de la Universidad Complutense de Madrid.
En esos fueros, que tienen el atractivo de ser breves, enjundiosos y claros, se ofrecen las normas de convivencia, leyes y multas que la Orden disponía sobre los habitantes de esta villa, con lo que se demuestra su vida plena, ya enraizada, en el comedio del siglo XII.

El eremitismo barroco

Uno de los pilares de la historia de Peñalver es el Monasterio franciscano de La Salceda, cuyas ruinas se conservan en su término. Fue el lugar donde comenzó, en el siglo XIV, a llevarse a cabo la reforma de la orden de San Francisco. En ese cenobio vivieron importantes figuras del franciscanismo, entre ellos el Cardenal Cisneros, que fue Guardián del Convento. Las riquezas monasteriales, los personajes que en él habitaron, los edificios y joyas artísticas que lo componían, las vicisitudes de comunidad y tierras, tienen un amplio estudio en este libro sobre Peñalver.
Quizás lo más curioso de todo sea el hecho de que, también por primera vez, se publica la Relación completa que el pueblo envió, a mediados del siglo XVIII, al Cardenal Lorenzana, arzobispo de Toledo, declarando en él cómo un grupo de eremitas, ajenos a La Salceda, pero conformando un auténtico “convento o eremitorio paralelo”, vivieron durante largos años en las Cueva de los Hermanicos, de la que se publica no solo un amplio estudio descriptivo e histórico, sino por primera vez un completísimo y veraz plano, que firma Benjamín Rebollo y otros colaboradores.

El carboneo de antaño 

Entre las sorpresas que depara este libro, está la demostración de que la actividad de meleros, vendedores de miel y arrope, de quesos y embutidos, que tradicionalmente ha ejercido los peñalveros por el mundo, es una actividad relativamente moderna, que no va más allá de mediado el siglo XIX. Porque a lo que realmente se dedicaron la mayor parte de sus vecinos, fue al carboneo, a su venta y transporte por toda Castilla.
En los legajos voluminosos del Catastro del marqués de la Ensenada, que se guardan en el Archivo Histórico Municipal de Peñalver, aparece con todo detalle referido este dato. De las 108 familias que habitaban la villa hacia 1752, la mitad de ellas vivía del carboneo y su transporte. Mientras que colmenas existían solamente 19 en todo el término: algo realmente anecdótico. Los vecinos de Peñalver saben que, hoy todavía, son muchos los lugares del término donde se pueden ver esos grandes rodales de tierra carbonizada, que señalan los espacios donde se montaron aquellas cúspides de ramas y leñas para formar el “bustar” o máquina de producción de carbón. Parece imposible, pero más de dos siglos después, aún son evidentes las huellas de aquella industria.


A.H.C.

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