martes, 29 de enero de 2013

La Capilla de Luis de Lucena


Antonio Herrera Casado: La capilla de Luis de Lucena en Guadalajara. Aache Ediciones. Guadalajara, 1991, 2ª edición. Colección “Tierra de Guadalajara”, nº 5. 96 páginas, láminas a color. Tamaño 13,5 x 21 cms. ISBN 978-84-87743-89-4

Es la Capilla de Luis de Lucena, también llamada “de los Urbinas” o de Nuestra Señora de los Ángeles, el último vestigio que quedó, en pie, de la iglesia parroquial de San Miguel, en Guadalajara. Es uno de sus monumentos más destacados, que aparecen en todas las guías y que durante muchos años se mantuvo abandonada, medio hundida y sin poder ser admirada. A su recuperación y puesta en valor contribuyó este libro, escrito por el Cronista Provincial de Guadalajara, el profesor Herrera Casado, en los años 80 del siglo XX.
Se trata de una guía para poder conocer en profundidad y admirar en todos sus detalles este pequeño edificio, singular en el arte castellano por muchos conceptos, que puede presumir de ser una de las singularidades patrimoniales de la ciudad del Henares. Pero al mismo tiempo es un estudio concienzudo, erudito, y original, sobre el edificio en sí, y sobre su decoración, especialmente la del interior, donde el visitante queda admirado al contemplar sus bóvedas cuajadas de pinturas que dan la impresión de ser un remedo, una miniaturización de la Capilla Sixtina del Vaticano.
La obra es de comienzos del siglo XVI, imaginada, diseñada y dirigida por un tipo curioso, el doctor Luis de Lucena, muy posiblemente cristiano nuevo, y desde luego un hombre preocupado por el pensamiento y el Humanismo de la época. El alcarreño Lucena, por sus ideas erasmistas, que avanza en el contexto general de las pinturas de las bóvedas de esta capilla, tuvo que huir fuera de España, y llegó a Roma donde cuajó como hombre del Renacimiento llegando a ser médico de los Papas.
El exterior de la capilla es de ladrillo, mostrando arcos, torreones, cenefas y adornos múltiples que la clasifican como una joya del mudéjar en época renacentista. El interior, en ángulo construida porque estaba adosada a la iglesia que luego cayó derruida, es muy interesante, tanto por sus pinturas (debidas al genio del florentino Rómulo Cincinato) como por la forma en que se comunican sus dos plantas, pues encima de la bóveda pintada hay otra estancia a la que se accede por una escalera de caracol incluida en un torreoncillo de los pies de la nave. Aquel lugar en alto sirvió en principio para montar la primera biblioteca pública que tuvo Guadalajara, en el siglo XVI, fundada por el propio Lucena.
El libro ofrece la visión biográfica de Luis de Lucena, contar los avatares del edificio, desde su erección a nuestros días, y describir al mínimo detalle su estructura, formas y ornamentación, de la que el autor extrae, además, una conclusión muy meditada de su sentido erasmista y humanista pleno. Un libro imprescindible para visitar y conocer un edificio clave del patrimonio arriacense.

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