Antonio Herrera Casado: El panteón de la duquesa de
Sevillano en Guadalajara. Aache Ediciones, 3ª edición, 2012. Colección “Tierra
de Guadalajara” nº 7. 96 páginas. Ilustraciones a color. Planos. PVP: 6 Euros.
Por muchos está considerado como el más hermoso y
espectacular de los edificios de la ciudad de Guadalajara. Aún siendo un
edificio, un conjunto de edificios modernos (solo en 2016 cumplirá su primer
centenario), puede calificarse como de una portentosa obra de arquitectura que
a muchos que lo visitan (especialmente llegados desde fuera de Guadalajara) les
parece el mejor de sus monumentos.
Doña María Diega Desmaissières y Sevillano, condesa de la
Vega del Pozo, marquesa de los Llanos de Alguazas, y duquesa de Sevillano,
tenida por la mujer más acaudalada de España en su época (finales del siglo XIX
y principios del XX) quiso crear en esta ciudad donde residió muchos años un
enorme conjunto de edificios que sirvieran para acoger a jóvenes huérfanas,
dándoles educación y mantenimiento. Y al mismo tiempo construir un enorme
panteón donde reposaran los restos de sus padres y demás familia.
Para construir algo tan grande, y espectacular, llamó al
mejor arquitecto de la época, el burgalés Ricardo Velázquez Bosco, de exquisita
consideración en sus edificios respecto a la utilización de elementos y formas
de la arquitectura clásica hispana. Así se levantó el edificio principal de la
“Fundación San Diego de Alcalá, en el que resaltan su fachada orientada al
norte, con un enorme escudo nobiliario de la comitente, y un patio/claustro
central en revival románico, que asombra a cuantos lo ven.
Añadió una iglesia preciosa, dedicada a la tía de la
duquesa, Santa María Micaela del Santísimo Sacramento, en revival mudéjar con
impresionantes decoraciones, que hoy sirve de parroquia al barrio en que
asienta, y finalmente, aislado en medio de jardines, el suntuoso mausoleo o
panteón que es el que se describe y estudia en este libro.
El cronista Herrera analiza brevemente la biografía de la
constructora y sus relaciones familiares. Luego presenta el conjunto de
edificios que construye para alojo de jóvenes, y que finalmente terminó siendo
ocupado por religiosas adoratrices. Y se entretiene en la descripción
pormenorizada del edificio del panteón, señalando las obras de arte más
importantes de su interior (el altar con pinturas de Alejandro Ferrant, el
grupo escultórico de la cripta de Angel García Díaz), mosaicos, mármoles
tallados, capiteles, mil cosas que revelan un espacio luminoso, colorista y
deslumbrante.
En el mismo libro, y como guía de la “Guadalajara ecléctica”
que surgió de la mano de doña Diega y de Velázquez Bosco, el autor describe el
palacio de la señora en el centro de Guadalajara y su anejo templo de San
Sebastián, con añadidas curiosidades sobre su vida, sus costumbres y las
riquezas de atesoró y que fueron poco menos que subastadas (en Francia
directamente requisadas por el Estado) cuando murió en 1916, soltera, sola y
desasistida, en un habitación del Hotel Central de Burdeos.
El libro, breve pero denso, con muchísimas
imágenes y detalles, sirve de guía (modélica por cómo trata la historia, el
edificio, sus personajes y sus detalles) para cuantos quieran visitarlo,
llevándose un recuerdo nuevo, diferente, de la Guadalajara que lo alberga,
desde hace un siglo.
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