Herrera Casado, Antonio: “La Princesa de Éboli. Una guía para descubrirla”. Guadalajara, 2000. Aache Ediciones. Colección “Tierra deGuadalajara” nº 30. 96 páginas, muchas ilustraciones y planos.
En su línea divulgativa, el cronista Herrera Casado aborda en
este libro la biografía de doña Ana de Mendoza y La Cerda en un sentido inédito
hasta ahora, y es considerar un personaje como elemento a descubrir por un
viajero, como si se tratase de un paisaje, de un pueblo, de una aventura vital
que refleja brillos y sorpresas a cada paso. De ahí el subtítulo.
Breve pero muy a lo concreto, este libro sin prólogo trae un
primer capítulo dedicado a historiar sucintamente la villa de Pastrana en la Alcarria, un segundo dedicado a referir la biografía escueta, pero sin vacíos,
de la protagonista doña Ana de Mendoza, con una página dedicada a su “Índice
vital” o cronología de hechos claves.
Un tercer capítulo es el viaje por los “Lugares de Pastrana
con huellas de la Princesa” justificando así que muchos de los visitantes de la
villa alcarreña juzguen que en sus calles, plazas y edificios están las claves
de la vida de la princesa, incluido el de su eterno reposo, en el enterramiento
que queda en la cripta de la iglesia parroquial de la villa.
El cuarto capítulo nos presenta todos los lugares de
Castilla en los que han quedado huella y recuerdo de doña Ana, porque en ellos
vivió y en casi todos padeció. Así Cifuentes donde nace, Simancas donde vive
algún tiempo, Madrid por supuesto, Pinto y Santorcaz donde queda prisionera, y Pastrana.
En el quinto capítulo, el cronista nos presenta en galería
las “Gentes y personajes en la vida de la Princesa” saliendo a relucir sus
padres, su esposo el primer ministro de Felipe II, el propio rey católico, su
secretario de Estado don Antonio Pérez y la aventura namorada que con la
princesa vive, más Escobedo, su hija Ana, y un largo etcétera. Así se centra
entre humanos como ella misma la vida de la princesa.
Un “Anecdotario” da cumplido remate a este libro tan
entretenido, curioso, fácil de leer y útil, porque con él en la mano se
recuerda una figura capital de nuestra historia y su puede viajar por la
geografía viva de la Alcarria. Al final de todo hay algunos textos de otros
escritores y analistas que centran un poco más a la princesa. Especialmente
hermoso, grandioso incluso, es el poema que la dedicó José Antonio Ochaíta, que
funde sobre el negro de su tristeza la brillantez alhajada de su vida.
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