Pérez Arribas,Andrés: “Historia de Torija”. Aache Ediciones. Guadalajara, 2000. Colección “Tierra
de Guadalajara” nº 28. 208 páginas, numerosas ilustraciones a color. Índices.
La «Historia de Torija» de Pérez Arribas es
un libro que, al primer golpe de vista, tiene las características de lo
atractivo. Porque está lleno de golpes visuales, de fotografías impresas a todo
color, o en el tono ajado de las viejas cartulinas que reflejan la infancia de
los abuelos, tan vivas y latientes como si hubieran sido tomadas ayer mismo.
Además de esa
vistosidad, y a nada que el lector se enfrente a él, lo acaricie y le abra las
páginas para ir mirando y sabiendo de su interior, se dará cuenta que no le
falta de nada. Porque está su historia, su patrimonio al detalle, sus
personajes relevantes, los documentos de que se nutre, las últimas noticias y
un toque de vida rural que le da el tamaño definitivo de su valor.
En el capítulo
inicial de la historia, don Andrés nos habla del significado de su nombre, de
la inicial importancia de su estratégica posición sobre el valle y el camino
real, y nos trae a la vista las impresiones que reflejaron tras su paso por
Torija algunos viajeros de importancia, como Enrique Cock, Cosme de Médicis y
el propio Camilo José Cela, que en sus «andanzas alcarreñas» tuvo siempre a
Torija como refugio seguro y querido.
Largo y
detallado, erudito incluso, es el capítulo dedicado al Señorío de Torija. Una
villa que se mantuvo, tras su dominio por los templarios y los reyes de
Castilla, en poder de unas cuantas familias españolas, especialmente las de los
Orozco y los Mendoza, esencia estos últimos de la alcarreñía militante. De
algunos de ellos, y muy especialmente de don Iñigo López, el primer marqués de Santillana,
nos da el autor cumplidísima noticia. A mí, de todos ellos, el que más
admiración me despierta es precisamente este, el autor de las «Serranillas» y
conductor de la primera política maquiavélica de Castilla. Pero la que más
compasión me suscita es doña María Fernández Coronel, que fue señora al menos
nominal de Torija, en el siglo XIV, y a la que la crueldad de Pedro I privó del
consuelo de su marido, don Juan de la Cerda, y llenó de dolor su vida, hasta
culminar, poco antes de hacerse monja y fundar el convento de Santa Clara de
Guadalajara, lacerándose el cuerpo y quemándose la cara, para no permitir
que la incansable lascivia del Rey Cruel la mancillase.
Los Templarios en Torija
Aunque es tema
que flota sobre las aguas inciertas de la leyenda, la cuestión de la presencia
de los templarios en Torija
le ha permitido a Pérez Arribas indagar a fondo en la historia y curiosidades
de esta Orden religioso-militar de la Edad Media. Basado en ese documento vivo
que es la tradición popular, pone en su libro el lugar del convento, el del
templo, y los muros que aún se mantienen en pie de aquellas presencias
antañonas. Además, y esto es lo más interesante del capítulo, se anota con
meticulosidad la gloria y la decadencia de este grupo misterioso, el de los
templarios, que cabalgaban de dos en cada caballo, por demostrar así su pobreza
militante.
El «Paso Honroso» de
Torija en tiempos de Carlos V (tiempos de torneos y celebraciones coloristas),
los judíos en Torija, las verídicas expresiones del Catastro del Marqués de la
Ensenada, y la crónica del famoso asedio del castillo y la villa, tomados por
mosén Juan de Puelles al frente de las tropas navarras, y recuperados tras
cruenta batalla por el arzobispo Carrillo y el marqués de Santillana,
en 1446, completan los anales que esta «Historia de Torija» nos ofrece.
Castillo, templo,
picota, ermita…
El patrimonio
artístico de Torija es inacabable, y Pérez Arribas lo analiza en esta obra con
detalle milimétrico. No es para menos. Porque siguiendo sus líneas, mirando sus
imágenes, llevando este libro entre las manos, podemos darnos cuenta de la
grandeza de sus casas y sus cosas: la «barbacana» famosa, la iglesia solemne,
con sus escudos valientes entre las arcadas del crucero, el retablo colorista,
más los enterramientos de los vizcondes… y a ello le sigue el castillo,
con su larga historia de batallas y vencimientos, y aún el rollo símbolo del
villazgo, y finalmente «la picotilla» o cipo conmemorativo puesto por la Corona
de los Carlos tercero y cuarto en el Real Camino a Zaragoza, cuyo texto don
Andrés se ha entretenido en leer, apareciendo entre otras cosas que fue el
arquitecto Miguel Mateo Fando quien lo construyera en 1790: ese hacedor de
famosas torres alcarreñas (Escamilla, Arbeteta, el giraldo de Molina…) puso
también la mano en esta villa.
Alonso Gamo, Sancha y don Bernardino
No se olvida el
autor de esta «Historia
de Torija» de mencionar a sus más ilustres hijos. Desde los hermanos
Coronel, el uno fraile franciscano, agustino el otro, con cargos de importancia
en el aparato del Santo Oficio de la Inquisición, a don Bernardino de Mendoza,
ese genio de la diplomacia que sirvió de jefe del espionaje filipino en la
Europa del siglo XVI, y a don Antonio de Sancha, el
mejor editor de la Corte en los años de la Ilustración literaria, acabando con
la más reciente, conocida de todos, figura de José María Alonso Gamo,
poeta, historiador de la literatura y sobre todo gran persona.
La vida rural
Hay un capítulo
final, amplio y entretenido, que le da a este libro el valor de la variedad y
suscita el aplauso final. Y este es el que denomina el autor «Vida Rural» y en
él refiere múltiples anécdotas relativas a las formas antiguas y genéricas del
vivir en los pueblos, que pasan desde el valor de la sal en los tiempos
medievales, a la descripción de los aperos de labranza y análisis final de una
almazara.
Con esta carga de
información, a ver quién es el valiente que se aburre si coge el libro de Andrés Pérez Arribas entre
sus manos. Será una «Historia de Torija» por
el pormenor de los detalles. Pero visto en una perspectiva amplia, generosa,
viene a ser esta obra un gran retablo de la Alcarria entera, una vívida
imagen, con latido y color, de nuestra tierra, que tiene en la imagen enhiesta
y retadora de su castillo, el mejor cartel propagandístico y la más certera
prestancia de una historia densa.
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